lunes, 25 de agosto de 2014

La paja no tiene edad

La paja no discrimina, no tiene edad, no hace diferencias entre raza, religión u orientación sexual. Todos unidos por la paja, compartiendo wasca entre amigos.

Peter al equipo de pajeros

Quien no eligiría  Peter como compañero de pajas... Yo si, más si se pone ese miniboxer o la sunga azul.
 




sábado, 23 de agosto de 2014

Pizza, birra y paja

A veces, esperar una pizza puede ser un  momento de mierda. Una mina transpirada que te atiende, el calor del lugar, la mala onda. Pero si aparecen algunos ejemplares que nos motivan, puede ser una grata experiencia. Sobre todo si el muchacho nos invita a su casa para una noche de pizza, birra y paja.

Qué hacer un día nublado

Día nublado en BsAs. Qué aburrimiento. Y si nos vamos al club? Buena alternativa. Llamamos a un par de amigos pajeros para boludear un rato, patear un poco la pelota, hacer un picadito. Y después de unas cervezas ir al vestuario en grupo a pasar una tarde pajera monumental. Qué sería de nosotros sin nuestros amigos pajeros.
Larga vida a la paja!

EL AMIGO DE MI VIEJO




Yo tendría 16 años y la paja era mi diaria compañera. Una de día, encerrado en el baño, y otra de noche ya metido en la cama eran seguras. Siempre al palo el pibe, espiando cuanto bulto se pudiera, cuanto triángulo de camisa con pelos, cuanta gamba peluda en bermudas de primavera se me cruzara.
Ese verano tuve mi primer laburo de temporada como para juntar unos pesitos para mis gastos. Un amigo de mi viejo tenía una mueblería, y me dijo si no le daba una mano con las entregas de muebles, así que allá fui, contento porque ganaría plata y porque en el negocio trabajaban dos muchachos muy interesantes, a los que ya les había dedicado un par de manuelas.
El verano iba bien, los muchachos ni cinco de bola, yo era el pendejo más chico así que cada tanto había cargadas sobre minas y sobre pajas, pero nada más que el chiste típico.
El dueño, de quien yo nunca hubiera sospechado nada, se puso insistente con el tema de las pajas, me preguntaba si yo me la hacía, se acordaba de sus pajas adolescentes, y volvía sobre el tema cada tanto. Una vez que había que entregar unos muebles a una ciudad vecina, me pidió que lo acompañe ya que los otros muchachos estaban ocupados. 
Allá salimos, en su camioneta. El iba en bermudas, lindas patas peludas, si bien no era un tipo lindo, era bien masculino. Casado, obviamente. Me conocía desde chico, así que teníamos mucha confianza. Como hacía mucho calor se sacó la remera y me dijo que si quería hiciera lo mismo. Yo tenía mucho pudor en esa época, y me quedé así vestido como estaba. En un momento del viaje me pidió que le alcanzara los anteojos de sol que estaban en la guantera. Al abrirla, veo los anteojos y debajo de ellos un par de revistas porno, de esas chiquitas que venían antes, creo que eran italianas. En esos tiempos no era tan fácil tener acceso a ese material. No se vendían libremente, pleno proceso militar. 
El caso es que me dijo que si tenía ganas que las mirara, que él todavía no las había visto porque se las había regalado un amigo esa mañana y no había tenido tiempo. Yo me moría de vergüenza y de calentura al mismo tiempo, entonces me dijo que no había dramas, que yo ya estaba en edad de ver esas cosas y que como nos conocíamos mucho tenía que tener confianza. Es más, me dijo, vamos a mirarlas juntos, y estacionó la camioneta bajo unos árboles al costado de la ruta. A estas alturas yo ya me había relajado un poco porque realmente me dio mucha confianza. Las revistas eran dos. Todavía puedo recordar algunas de esas imágenes casi grotescas del porno de esa época. Minas gordotas, con unas conchas muy peludas y tetas inmensas, y tipos comunes, bigotudos, con porongas que me parecieron inmensas. La cosa es que yo estaba que reventaba, calculo que acababa sin tocarme. Mi jefe decía qué buenas fotos, mirá, mirá como se la mete, mirá mirá que tetas, mirá mirá estos vagos que porongas que tienen, dan envidia. Yo me dí cuenta que se tocaba el bulto por encima de la bermuda y en un momento me dice mirá como me puse, agarrándose la verga dura por encima de la tela. Vos también estas como garrote pendejo, me dijo. Yo me reía de los nervios. Entonces me dijo que él a mi edad compartía pajas con sus amigos mirando revistas porno. Querés que nos hagamos una? Te prometo que tu viejo nunca se va a enterar por mí parte, y espero que por la tuya tampoco. Este va a ser un secreto entre amigos pajeros. Entonces ahí sentados en la camioneta, se bajó un poco la bermuda y peló una linda poronga, nada descomunal, pero bien derechita y con lindas bolitas chiquitas. Yo hice lo mismo. 
Cuando me vió hizo una exclamación como que yo la tenía mucho más grande que él a esta edad. Me dijo que quería tocarla para ver lo dura que estaba, así que me acerqué un poco y me la agarró fuerte. Tocá la mía si querés, me pidió, cosa que hice inmediatamente. Así empezamos a pajearnos mutuamente. En tres sacudidas yo acabé como bestia enchastrándole la mano y el asiento. El se rió y me felicitó. Yo aceleré mi mano y él me la agarró por encima acompañando mis movimientos hasta que acabó un borbotón de leche espesa que le llegó hasta las bolas. Nos reímos de la situación, nos limpiamos con un rollo de papel que sacó de abajo del asiento. Nos prometimos silencio y continuamos viaje. 
En los próximos tres o cuatro días ni se mencionó el tema, como que nunca hubiera sucedido. Pero al tiempito se dio una situación donde volvimos a quedar solos en el negocio después de hora, y salió el tema de la paja compartida hacía unos días. Obviamente repetimos la experiencia, y ese verano nos pajeamos juntos muchas veces más. 
Fue una linda temporada, y el amigo de mi viejo está entre mis mejores recuerdos pajeros.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Los amigos de verdad

El decálogo del buen pajero dice que jamás se deja a gamba a otro pajero. La hermandas de la wasca nos une y nos dicta que si acabaste, tenés que ayudar al otro a que descargué. Así somos los pajeros!

Un señor apuesto

Quien no se ha topado alguna vez con algun lugar con un compañero de pajas experimentado. Dicen que los buenos pajeros son como los buenos vinos, los años refuerzan sus cualidades. Será así? Quien puede dar cuenta de esta máxima del pajero?


martes, 19 de agosto de 2014

Monumento nacional

Caballeros, de pié... esto sí que es un monumento pajero al bulto nacional.

Selfi...

Gracias pajeros por las fotos que han enviado durante el fin de semana, vamos a ir subiendo de a poco.
Y esperamos que se sigan copando con buenas selfis.


Siempre listos

Un pajero se reconoce por su mirada, por su bulto que se agranda rápidamente, pero sobre todo porque está siempre listo, siempre dispuesto a compartir una brutal paja con otro pajero.
Si esto no ocurre, ese pajero es trucho o principiante.
Aguante la paja entre amigos, entre compañeros de trabajo, entre colegas... siempre entre varones posta.

Mi primo




A los 13 años ya sabía los que era la paja. Hacía bastante tiempo que me la cascaba pero todavía eran pajas secas. Llegaba al climax y no me salía nada. Aquel verano coincidimos en la casa de las sierras con uno de mis tantos primos, y las charlas sobre sexo eran de todos los días. Yo no perdía oportunidad de espiarlo cuando se bañaba. El me lleva cuatro años, entonces en ese momento tenía casi 17. Estaba mucho más desarrollado que yo, tenía muchos pelos y su poronga era inmensa al lado de la mía. Siempre hablábamos de la paja, y del dicho al hecho fue cuestión de poco tiempo.
Comenzamos a pajearnos juntos a la siesta, encerrados en la piecita del fondo. Eran pajas inocentes, porque sólo nos tocábamos mutuamente y nunca nos atrevimos a más. Pero tengo muy presente la sensación de placer al agarrar esa pija inmensa para mí, pasar mis dedos entre sus pelos, sopesar esas bolas peludas, y sentir su mano en mi pijita, enseñándome las técnicas, según sus dichos, para disfrutar más. El acababa leche de verdad, yo apenas una especie de juguito blanquecino. Una de esas siestas memorables me pidió que uniéramos las pijas paradas, uno acostado sobre el otro.
Comenzamos a frotarnos así y yo sentí que esta vez era diferente, porque a los pocos segundos me vino la sensación imparable como de hacer pis y se lo dije, pero él me explico que era normal eso y ahí mismo tuve mi primera acabada con leche de verdad. Aquel verano se nos fue en pajas a toda hora, y cada vez nos atrevíamos a más, hasta hacernos acabar mutuamente cada uno con pajeando al otro.
Pasó el verano y ya no nos vimos por mucho tiempo. Nunca más repetimos esas sesiones de paja maravillosas, pero sé que él tanto como yo recordamos con cariño aquellos días de descubrimiento y disfrute adolescente.

(Gracias a Gastón que nos envió este relato. A ver si nos mandan los suyos para publicar).

viernes, 15 de agosto de 2014

Lo agarraron desprevenido

Este es el material que nos gusta. Situaciones cotidianas, bultos amateurs, sin retoques de photoshop. El bulto de cualquiera de nosotros, tipos de a pie, calentones, pajeros, morbosos.
Gracias por el envío de Lis que en su viaje nos mandó su foto capturando un buen bulto.


Vamos a nadar?

La natación suma a los beneficios típicos de todos los deportes, la actividad de hacer ejercicio sin impactos, el gran desarrollo aeróbico y la implicación de todos los grandes grupos musculares. También aporta seguridad y su facilidad facilita su práctica a personas que por distintos motivos no pueden practicar otros deportes.

Pero también tiene el beneficio de los bultos que preparan el ambiente para excelentes pajas compartidas. Alguien pudo pajearse en la pileta? que nos cuenten por favoooooo!


jueves, 14 de agosto de 2014

miércoles, 13 de agosto de 2014

Lo natural garpa...

Parecidos...

Rasgos masculinos por favor.

Una paja con otro macho requiere que lo masculino resalte...
Vos qué creés?

Hay equipo!

Alguna vez hemos fantaseado con la buena onda del grupo de amigos, del equipo de futbol de los jueves...
Qué bueno sería llevar la buena onda de la cancha al vestuario, a la ducha, compartir una larga paja de parados. Cuánto morbo ehhhh!

Una paja matutina es lo mejor



Clavarse una buena paja a la mañana es lo mejor. Uno se levanta bien al palo, con la chota dura como el ancho de basto, con las venas llenas de sangre a punto de explotar. Te tocás la cabeza con el dedo y gritas de placer. Acá van las fotos de un amigo. El que quiera su correo me lo pide, ok?




martes, 12 de agosto de 2014

Un monumeto al macho

Cómo dejar pasar los morbos cuando estamos en algún equipo deportivo. Las pajas que me hice recordando cada situación, cada varón, cada olor que fui absorbiendo...