jueves, 2 de octubre de 2014

Un lector que se las juega

Publicamos fotos de un lector anónimo que nos paso unas fotitos para calentar el blog...
Quién más nos manda?




lunes, 29 de septiembre de 2014

Las duchas y los vestuarios del gimnasio

Un lugar magestuoso para encontrar otros pajeros siempre ha sido la ducha del gimnasio. Ahí, en el baño de varones, en el vestuario masculino se han tejido las más alucinantes historias. En el medio de la humedad de la ducha, del vapor caliente, el olor característico mezcla de meo y hombre transpirado, muchos hemos vivido hermosas historias pajeras, con amigos anónimos o no.
El vestuario es ese lugar que nos iguala a todos, un gerente y su chofer; el policía y el trosko de la facultad... todos en bolas, al desnudo, mirándonos, insinuando, viendo quién se anima primero a tocarse la pija con ganas de enfiestarnos.
Los códigos del vestuario son únicos, son nuestros, nadie nos los puede quitar ni prohibir. Somos los amantes del vestuario, somos quienes nos hermanamos entre las duchas o los lockers para confundirnos en una paja grupal que se hace cada vez más caliente a medida que van llegando pajeros.
Larga vida a los vestuarios.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El profe de gimnasia

Qué le dirias al profe de gimnasia si te invita al vestuario a planificar el partido del fin de semana?
Yo te diría que agarres viaje, un maduro así no se cruza todo el tiempo.

Otro lector

Otra para disfrutar...
Gracias Santi por la foto.












Lindo caño, no?

Empiezan a llegar las fotos de los lectores. Eso nos pone alegres porque quiere decir que el Blog gusta. Vamos carajo que los pajeros tenemos códigos.
Manda tus fotos o videos a pedro.pijapiedra01@gmail.com
Esta foto la mando Leandro de Villa Devoto, Capital.


jueves, 18 de septiembre de 2014

MAÑANA CON PREMIO

Como es habitual, esta mañana pasé por la Shell de Gral. Paz frente a Tecnópolis. Fui directo
al baño y me puse a mear. Había un tipo en los lavabos, alto, gringote, cara de macho pero a
la vez tierno que se lavaba las manos y miraba por el espejo hacia donde yo estaba parado.
Bastaron un par de miradas y se acercó a los mingitorios y peló una herramienta muy importante.
Nos acercamos y comenzamos a tocarnos mutuamente. La verga era impresionante, rosadita,
gruesa, imposible de tragar según mis cálculos. Estábamos en ese momento de placer único que
consiste en acariciarse mutuamente y mirarse a los ojos, cuando entró el tipo de la limpieza,
así que rápidamente enfundamos y emprendimos la retirada. Yo me encaminé a mi auto en el
estacionamiento, y él me siguió unos pasos más atrás. Le hice una seña para que subiera y nos
saludamos formalmente, nos conocimos las voces y los nombres. Me contó que tenía 15 minutos
libres y me invitó a que lo acompañe, señalando un micro estacionado justo detrás de la estación
de servicio. Me contó que era chofer de una empresa privada y que venía de dejar gente en la
fábrica, que el micro estaba vacío y que le encantaría que terminemos lo que habíamos empezado
en el baño. Yo dudé medio segundo, y accedí. Nos encaminamos hacia el micro y una vez adentro
fuimos hacia el fondo. El iba cerrando las cortinas a su paso. Cabe decir que tanto él como el micro
estaban impecables. Nos bajamos los pantalones y empezamos a franelear parados apoyándonos
en los asientos. Hermoso hombre, rubión, velludo, bien armado, pero fundamentalmente bien
macho, y bien normal. Nada más excitante para mí que un tipo normal, laburante, masculino y
súper calentón. Me contó que es casado pero que desde siempre tiene historias con tipos porque
no puede resistirse al encanto de la energía de dos machos acariciándose, cosa que comparto
plenamente. Nos chupamos las pijas mutuamente, nos tocamos por todos lados y cuando me
anunció que estaba cerca, lo hice acabar pajeándolo con la derecha y metiéndole un dedo en el
orto con la izquierda mientras nos comíamos las bocas. Soltó unos chorros hermosos de leche
que volaron al piso del pasillo del micro. Me ayudó a acabar agachándose y tragándose mi verga
mientras me metía una mano por debajo de los huevos y me tocaba el orto. Cuando estaba a
punto le avisé, entonces se corrió de costado y me pajeó hasta que yo también acabé como bestia.
Nos cagamos de risa de la situación, fue hasta adelante y trajo un trapo y desodorante para limpiar
el enchastre. Nos despedimos con un abrazo agradeciéndonos mutuamente. Una historia cien por
ciento real, común, de esta mañana. Una historia de las que me gustan, dos varones disfrutándose
sin vueltas.

jueves, 4 de septiembre de 2014

El plomero de mi adolescencia




Me acuerdo que cuando era chico viviamos en una casa por Flores, cuando todavía habian casas posta.
Mi viejo se había ido de viaje por laburo, no iba a estar por dos semanas.
Y tuvimos la mala (o buena) suerte de que se rompió la pileta de la cocina. Mi madre llamo a un vecino que hacía arreglos en casas. Un hombre muy masculino, fuerte que en el fondo de su patio tenia unas pesas y aparatos para hacer gym. Yo solía mirarlo por la ventana mientras este señor entrenaba. A veces su esposa le llevaba mate. Cuando estaba solo, entrenaba en calzoncillos y esos momentos eran gloriosos porque yo me tocaba la pija mientras duraba su entrenamiento.
Ese día llegó a casa a arreglar la pileta y armó todo el aparataje. Mi madre le dio indicaciones y le dijo: Si necesitás algo, pedile a Mati que te ayude.
Y yo lo ayudé... de la pileta empezó a salir agua como loco y no sabiamos donde estaba la llave de paso. El señor empapado, se sacó la camisa de grafa y se cago de risa. Pendejo estas empapado, cambiate o tu vieja me mata, me dijo.
Yo me saque la ropa delante de él y le dije: Vos también estás empapado, tu esposa se va a enojar si te enfermas.
Me guiñó un ojo y se saco los pantalones. Se quedó en un slip blanco que, mojado, estaba transparente.
Se dio cuenta de mi erección y me miro el bulto. Me dijo: Pibe, me ayudas?
Y yo lo ayudé.
Después de eso, me invitó a entrenar un par de veces en su casa. Pero entrenamos en el garage cuando su esposa no estaba.